Hablamos con Rebecca Stewart, directora del cortometraje “Wash me” y ex paciente del Hospital del Mar (Barcelona). Británica de 31 años, vino a Cataluña hace cinco años y se quedó por amor.
“Wash me” es un relato autobiográfico bonito y delicado que cuenta cómo se resiente la sexualidad debido al cáncer de mama, y reivindica la falta de información. Como la misma Rebecca dice, esta es una historia de cáncer que no va ni de muerte ni de perder el pelo.
Junto a Erika Lust, productora del cortometraje, Rebecca se dedica a la producción de cine erótico ético y feminista. Con este cortometraje, reivindican el bienestar emocional y sexual de las mujeres enfermas de cáncer de mama.
¿Por qué decidiste hacer este cortometraje?
Decidí hacer este cortometraje por mi propia experiencia personal tras un cáncer de mama. Nadie habla de la sexualidad en cáncer de mama: nadie sabe qué es normal y qué no, nadie cuenta qué pasa. Quería aportar mi granito de arena al mundo y empezar una conversación: hablar y mostrar a una persona sexual con cáncer de mama.
¿A quién va dirigido?
Va dirigido a todo el mundo, y no solo a pacientes. También a la pareja y a todo el entorno de las pacientes con un gran mensaje de esperanza. De hecho [spoiler], la escena final es una gran metáfora ya que después de sumergirte en el agua renaces.
¿Con qué dificultades te encontraste a la hora de llevarlo a cabo?
Curiosamente, la principal dificultad fue encontrar a una actriz con el pelo rapado o dispuesta a rapárselo.
Se trata de una historia basada en mi experiencia personal pero con libertad creativa.
¿Qué te decía tu entorno?
Lo más bonito fue el gran apoyo de mi pareja. Se volcó absolutamente en el rodaje (¡incluso cocinaba para todo el equipo!). Me decía que este cortometraje era un regalo por toda la mala experiencia que habíamos vivido durante todo el proceso de la enfermedad y el tratamiento.
Mis padres también me apoyaron mucho. ¡Aunque no han visto el cortometraje! Supongo que, de alguna forma, quieren respetar mi intimidad porque saben que lo que sucede en este cortometraje es una mezcla de mi propia experiencia. Sí que lo han ido compartiendo con sus amigos. He recibido muchas felicitaciones de una generación que culturalmente no es consumidora de porno.
Más allá de mi círculo personal, me ha sorprendido cómo tantísima gente en general está interesada en esta historia. Esto me da a entender que era necesario que alguien lo contara. Es una gran satisfacción. Es eso de: “cuando la vida te da limones, haz limonada”. Yo quiero hacer más limonada.
¿Estar enferma significa tener que renunciar al placer?
Socialmente vemos el cáncer de mama con mucho miedo. El propio vocabulario ya es como una gran presión: tienes que ser valiente, fuerte, luchar, es una batalla… Todo es muy agresivo. Y, si no puedes con todo, pierdes, como si fuera una debilidad. ¿Por qué?
Es un proceso, por lo general largo, en que no te sientes bien, en que no quieres ser positiva. Entonces todos estos mensajes estereotipados empeoran la situación. Como si no tuviera permiso de sentir lo que siento.
Cuando recibí el diagnóstico morí; desde entonces fui y soy otra persona. Nunca vuelves a ser la misma. Cuando sabes que tienes cáncer dejas de ser humana, pierdes personalidad y pasas a ser una paciente que quiere sobrevivir. Pero es mucho tiempo para dejarlo absolutamente todo y sobrevivir: tienes que hacer cosas, pasarlo bien. Y una de esas cosas es el sexo. Por supuesto.
¿Cómo evolucionó tu sexualidad?
El sexo fue para nosotros, como pareja, una necesidad psicológica, una terapia. Al principio eran los únicos momentos en los que no pensábamos ni en el tratamiento ni en citas de médicos ni en el futuro. Solo en el presente.
El placer me hacía sentir viva. Pero evolucionó: al principio tenía mucha libido; luego fue libido mental pero el cuerpo dejó de acompañarme. Tuve vaginismo y un bloqueo absoluto, puede que por el trauma del cuerpo en estos momentos de tanto estrés.
¿Qué relación tenías con tus emociones y con tu cuerpo?
Es muy difícil aceptar que tu cuerpo no responde a tu mente. Al principio me forzaba pero era peor, especialmente con vaginismo. Por prescripción médica, nos aconsejaron no tener relaciones sexuales penetrativas durante tres o cuatro meses precisamente para liberarnos de tanta presión. Buscamos otras alternativas, como el sexo oral, pero era igual de frustrante. Era casi imposible llegar al orgasmo, como si el cuerpo estuviera dentro del agua. Dormido.
De todo ello sacamos una lección: no todo es el orgasmo. Aprendimos a valorar momentos íntimos como abrazarnos, tocarnos, besarnos.
¿Cómo se sentía tu pareja?
Mi pareja es todo calma, yo toda nervios. Yo sufría por si él se preocupaba, por si perdía interés por mí, por si la relación estaba sufriendo. Pero él me quitaba toda esa presión. La práctica en situaciones muy difíciles nos ha hecho fuertes como pareja.
Esta experiencia cambió vuestras relaciones sexuales entonces. ¿También ahora?
Aprendimos tanto que ahora todo es más fácil y mucho mejor. Sobre todo, aprendimos la lección de no preocuparnos tanto por el orgasmo y por el sexo penetrativo. Esta experiencia nos ha hecho ganar mucha confianza de decirnos lo que nos apetece.
Solo llevábamos nueve meses saliendo cuando llegó mi diagnóstico. Y ahora estoy segura de que él es el amor de mi vida. ¡Tenemos gatos y todo!
¿Por qué el título “Wash me”?
El título hace referencia al momento de bañarnos en la bañera: un momento sensual e íntimo. Nos permitía conectar y desconectar, y queríamos mostrar ese momento de placer diferente. En el cortometraje son imágenes basadas en sensaciones sutiles como acariciar los gemelos, las rodillas, los pies. Cuidar los pequeños detalles. La bañera era un elemento que nos permitía cambiar de contexto con sensaciones totalmente diferentes.
Otro efecto fue la retirada de la regla. ¿Cómo lo viviste?
Yo llevaba DIU y a raíz del diagnóstico decidieron sacármelo. Justo después tuve una regla muy fuerte y luego absolutamente nada durante casi un año.
Ya no era la regla en sí, que también, sino la presión de todo el mundo porque me decían que quizás después tendría problemas de fertilidad y que no podría tener hijos. En ese momento no sabía si en un futuro querría tener hijos o no. Y todo ello fue un estrés añadido. Incluso congelamos óvulos por si acaso. Además, tuve como una especie de menopausia con muchos sofocos.
Cuando me volvió a bajar la regla fue como una segunda primera regla. ¡Nunca había sido tan feliz de ver a mi regla! ¡Incluso se lo conté a toda la familia ese día! Desde entonces, nunca me quejo de la regla; aunque me duela pienso: “qué suerte tengo de tener este dolor [menstrual], de tener la regla”.
Cuando estaba en pleno tratamiento empezaron a salir muchos productos revolucionarios para la menstruación, como la copa menstrual o las bragas menstruales. Fue lo primero que probé cuando volví a tener la regla y ya no he vuelto a usar productos de usar y tirar.
El sexo femenino es gran un tabú pero tú hablas de un total de tres tabúes. ¿Cuáles son? ¿Y por qué?
Es como una escala de tabúes: sexo, sexualidad femenina, sexualidad femenina en mujeres enfermas. ¡Qué difícil es hablar de ello! Como algo privado, a escondidas.
A los hombres con cáncer de próstata se les cuenta que van a tener problemas de erección y la viagra es algo normal dentro del tratamiento. ¿Y qué pasa con las mujeres? Nos afecta también pero no hay datos, ni las propias pacientes (por vergüenza, por miedo) cuentan qué les pasa. Debería ofrecerse un protocolo mucho más completo a las mujeres. La sexualidad nos afecta mucho más que la caída del pelo o las náuseas y, sin embargo, esta no está en la lista de síntomas.
Añadiríamos un cuarto tabú: el cine erótico en sí. Por lo general, cargado de estereotipos y centrado única y exclusivamente en el placer masculino.
Absolutamente. Es un cine puramente desde el punto de vista masculino. Por eso mi jefa Erika decidió crear la plataforma erikalust.com con contenido no solo para mujeres, también para hombres ¡y para todas las personas! Con contenido sexy, sensual, erótico, del que no te avergüenzas y con el que se trata bien a todo el mundo.
¿Dónde se puede ver el cortometraje?
Está disponible de forma gratuita en xconfessions.com.
Cuando se presentó el cortometraje, en octubre de 2021, con la difusión se recaudaron fondos para la investigación a cargo del Hospital del Mar (Barcelona).
Tu iniciativa es un referente tanto para mujeres como para hombres. ¿Qué mensaje les dirías a unos y a otros, y en particular a médicos y a pacientes?
El mensaje es claro: tenemos que hablar. Tanto médicos como pacientes y familiares, tenemos que perder la vergüenza y hablar de sexualidad. Tenemos que dar a la sexualidad el peso que le corresponde. Es un derecho de los pacientes.
Y a las mujeres con cáncer de mama, un mensaje de esperanza: te puedes sentir fatal pero el cuerpo vuelve.
Y ya por último: en Cocoro decimos que cambiamos las reglas (de la regla pero también muchas otras reglas). ¿Qué regla crees que has cambiado con este proyecto? ¿Y qué regla cambiarías?
El cortometraje rompe con la regla preestablecida de que una persona enferma no tiene derecho a la sexualidad. Sí: un paciente de cáncer todavía es una persona sensual y sexual.
¿Y qué regla cambiaría en un futuro? Como sociedad, el vocabulario del cáncer. Romper con la regla de que esté relacionado directamente con la muerte. No es una batalla perdida. Cáncer no siempre es muerte.
Piel de gallina. Muchísimas gracias, Rebecca.